Volver al origen

Volver al origen

Que lo cliché del título no te asombre. Casi todo se ha dicho sobre esto. Que vamos a volver a lo natural, a lo orgánico, a la tierra. Que la saturación a la que hemos sabido llegar ya no aguanta para más. Que las megaciudades y el súper desarrollo están siendo desplazados por el amor a lo natural, por los espacios vírgenes no dañados aún por el hombre. Creo en todo esto… pero aún creo que hay más.

FullSizeRender.jpg“Todo lo que llega a un extremo, inevitablemente regresa a su opuesto”. Esta frase me la encontré en un libro hace años. No me acuerdo qué libro exactamente, pero desde ese entonces me ha dado muchas horas para pensar y reflexionar. Y es que es algo que puede aplicarse a todo. Pienso en la persona que se vuelve alcohólica: por irse al extremo, debe volver a la abstinencia total si quiere sanarse. Pienso en quien se desborda en la comida: debe hacer una dieta estricta para recuperarse. Pienso en los países con estaciones: el pico de calor más alto da inicio al declive que lleva finalmente al invierno. Y finalmente pienso con fuerza y muy a menudo en este mundo de nosotros que entre Isis, el Sr. Presidente actual de Estados Unidos, Siria, el derroche de dinero más absurdo de unos mientras muchos otros aún hoy mueren de física hambre; entre tantos extremos tan locamente sostenidos por tanto tiempo, es hora, y con prisa de regresar a un opuesto. ¿El opuesto qué es?

  • Las “ciudades del futuro” empiezan ya a perfilarse como enormes muros verdes de árboles y flores, puentes y estructuras que zigzaguean para dar espacio a árboles centenarios.
  • La “alimentación del futuro” parece volver a ser verde y local, idolatrando menos los productos importados, para regresar a lo que está de cosecha, en huertas pequeñas, cultivado por campesinos y con menos intermediarios. La gente quiere saber qué es lo que se está comiendo, quiere menos comida procesada con ingredientes químicos innombrables, para volver a lo hecho en casa con productos de la tierra.
  • La “ciencia del futuro” no busca tanto avanzar como resarcir. Busca combustibles más limpios, empresas más responsables, reutilización de residuos.

Estamos re-pensando todo lo que pensamos sería el futuro, para mirar atrás y recuperar tantas tradiciones valiosas dejadas en el olvido, ingratamente desechadas en el afán de avanzar.

¿Cuál es la religión del futuro? ¿Qué definirá la espiritualidad del hombre del mañana? ¿Con tanto conocimiento, tantas herramientas y al mismo tiempo tanta autosuficiencia? ¿En qué creeremos cuando somos una generación supremamente atea? Yo me atrevo a adivinar que la espiritualidad del futuro será la tarea de navegar tan profundo en el ser, que lleguemos a entender el alma. Que más allá de estudiar átomos, moléculas y células, podamos aprender de energía, de aquello que estamos hechos, lo que nos hace mover y estar vivos, lo que nos hace buscar avanzar como individuos y estar en constante evolución como raza humana.

“Todo lo que llega a un extremo, inevitablemente regresa a su opuesto” Pienso en un caucho que estiramos y estiramos, calculando su resistencia. Al soltarlo, volverá bruscamente a su posición original, pero no volverá a ser el mismo, ¿verdad? Así, nosotros hemos ido a extremos, hemos estado en búsquedas muy locas, muy lejanas al origen. Seguramente es tiempo de volver al opuesto, con la ventaja de haber ido a tantas partes, de haber conocido tantas cosas que tengamos una mirada más amplia y sabia para empezar a sanar, a limpiar y a reinventar la historia desde una perspectiva más amorosa, más sensible, más compasiva y sobre todo más sabia con nosotros mismos y con los demás. @yogalalma

FOTOGRAFÍA: Isla Bermuda, USA. Ana Isabel Santa María T. @yogalalma

 

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