Mujeres que Corren con los Lobos

Compré Mujeres que corren con lobos hace 10 años, en agosto de 2013. En ese entonces, estaba súper embarazada de Tomy.
Lo empecé y no recuerdo haber pasado de la décima página. No me gustó y evidentemente no estaba en el momento.
Desde ese entonces, mucha gente me preguntaba si ya lo había leído y siempre decía que no, y sentía que iba a llegar tarde a algo importante.
Pero nunca se llega tarde a un libro como este: Mujeres que corren con lobos es un llamado, y el mío llegó un sábado hace poco, sentada en una silla de lectura, acariciando al gato. Lo miré, lo saqué de la biblioteca donde ya se estaba destiñendo la portada de tanto recibir el sol. Y no pude parar, desde la dedicatoria me habló y me contó que había llegado el momento.
Leerlo ha sido una terapia, un revolcón, un viaje al recuerdo de lo que soy, una confirmación de que todo lo que he sentido y vivido en los últimos años no se trata de mí, que es colectivo, que las mujeres estamos despertando, que nuestro ser salvaje necesita salir, y que ya no da espera.
Ha sido hermoso verme en las líneas, leer mis propios pensamientos y sentimientos descritos por alguien más.
Y por cada página que pasa, crece la lista de mujeres a las que quiero regalarlo. Tantas mujeres despiertas, pero asustadas de su propio poder.
Tantas mujeres poderosas, pero que han olvidado quiénes son por andar complaciendo a otros.
Tantas mujeres tan llenas de todo, viviendo una vida vacía, porque las han convenido de que “eso es lo que hay”.
Tantas, tantas mujeres con cara de “normalidad” cuando el mundo entero les late entre pecho y espalda.
Todos nos estamos perdiendo de ellas, pero sobre todo, ellas mismas se están perdiendo de su propio despertar.

Este libro me ha entregado las llaves de una última puerta que me queda por abrir: la de atreverme. Son tantas las cadenas que he roto, que hoy me cuesta reconocerme en esta mujer que soy. Pero con cada paso me siento más cerquita de mi misma. Y cuando haya terminado de encontrarme, entonces contaré todo, abriré esa puerta y diré con seguridad y sin miedo que aquí era donde siempre quise estar solamente que no lo sabía.