LA SOPA mexicana.

LA SOPA mexicana.

Esta sopa se ha convertido en un menú obligado en mi casa. Como todos comemos distinto, ha sido la solución para sentarnos a compartir un mismo menú, que cada uno termina a su manera.

Lo primero, los tomates. Aún si no te interesa saber de comida orgánica, vas a querer saber al menos de tomates orgánicos. El tomate tradicional de supermercado fuera de que está muy fumigado, a veces es madurado a la fuerza con calor artificial. Cómo saberlo? El tomate ya no sabe a nada y muchas veces es hermosamente rojo por fuera, pero seco, verde-casi blanco por dentro. El resultado de una sopa hecha con tomates sin sabor es una sopa sin sabor, que irremediablemente tratarás de arreglar con sal, especias y caldo de cubo (por favor, no lo hagas!) o con tomates enlatados. Mi consejo para esta y todas las sopas que prepares es que, para no tener que usar saborizantes, lo mejor es siempre buscar el sabor original. En este caso, el de un tomate dulce, madurado al aire libre hasta el punto perfecto, cuando todos los sabores están en su mejor versión. Lo que más me gusta de los tomates orgánicos: no son costosos y se consiguen todo el año! Para esta receta uso entre 20 y 30 tomates. Con esto hago una super cantidad de sopa que me sobra para la comida por la noche, o para el otro día.

Como los tomates que uso son limpios de químicos, solo tengo que lavarlos. Después los corto por la mitad de manera longitudinal y retiro con el cuchillo la parte de arriba del corazón, donde son blancuzcos y duros. Unto de aceite una lata grande de horno y los pongo boca abajo a 300 grados por 30 minutos. Aprovecho el calor del horno para poner un pimentón rojo que he envuelto en papel de aluminio. lo ubico en un lado de la parrilla donde le dé el calor por todos los lados. Tan pronto pase este primer tiempo, retira la lata del horno y con cuidado vas quitando una a una las cáscaras de los tomates que ya están despegadas del resto. El pimentón, pela muy fácil también. Saca igualmente las pepas y la rama de encima con todo el cuidado: el pimentón se llena de aire hirviendo.

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Los tomates ya están medio cocinados y han soltado parte del jugo. Entonces los trituro con un tenedor y en medio de toda esa salsa aguada voy metiendo hierbas. Hay unas indispensables, otras pueden variar con los gustos. Las indispensables: albahaca, orégano, romero, laurel, cebollina. Las variables: cilantro, perejil, cebolla larga, poleo. Pongo una cantidad generosa, cuidando de dejar pedazos grandes y visibles de las que tienen palos, como el romero y el laurel, para poder retirarlos después.

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Regreso los tomates ya sazonados al horno por una hora mas. Esto va a deshidratar un poco los jugos, concentrando más el sabor de lo que quede. Si tienes posibilidad, revisa en la mitad del tiempo para mover la mezcla ya que las esquinas tienden a secarse más rápido que el centro. Redistribuye bien.

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Retira las hojas de laurel y los palos de las especias que vienen en ramitas. Hasta aquí tienes el primer tesoro: pasta de tomate pura que puedes usar para pasta, para pizza o para arepa! Solo la licúas o procesas, dependiendo si la quieres homogénea o con más textura, añadiendo aceite de oliva, sal y pimienta. Esta pasta se conserva muy bien en la nevera. Te siempre recomiendo envases de vidrio muy limpios y secados al aire libre (no con trapos), para maximizar su duración.

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Para seguir con la sopa, en una olla pongo el pimentón ya horneado y pelado con una cebolla blanca partida en aros, dos dientes de ajo triturados, y 4 ó 5 tomates más, que simplemente pelo y parto en cuartos. Los cocino en aceite de oliva hasta que la cebolla está traslúcida y los tomates empezaron a botar su jugo.

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En ese momento, añado más sabor: nuez moscada (siempre mejor si se ralla directamente), Paprika, Chipotle en polvo y jengibre en polvo, más una cucharadita de una mezcla de hierbas italiana o provenzal. Luego vierto entre 3 y 4 tazas de agua, 1 cdita de sal y pimienta común.

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Por último, cuando ha hervido un momento, añado una rama de cilantro fresco.

Aquí ocurre la magia: licúo la sopa que estoy cocinando con la pasta de tomates. La textura y el sabor de la pasta que hicimos al principio, enriquece la sopa de tal manera que no necesitamos espesar más. Sin embargo pruébala porque es probable que según tu gusto, quieras más sal o pimienta o incluso un poco más de agua.

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Para servir sola siempre será deliciosa. Pero como plato principal yo pongo en coquitas: quinua, aguacate en cuadritos, maicitos, jalapeños, nachos. Para los no vegetarianos: queso rallado y pollo desmechado.

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Sirvo y disfruto cada cucharada…

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O si no que lo diga Elisa…

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PD: desde que hago mis propias sopas, aprendí que no se necesita papa ni harina para espesar cuando los vegetales están bien seleccionados y son más cantidad con respecto al agua que uso. Pero también me di cuenta de que sale más «barato» hacer una sopa aguada llena de caldos de cubo, sal y saborizantes que reemplacen el sabor de los vegetales que me quiero ahorrar. Por eso soy muy cuidadosa del lugar donde pido una sopa, pues sé que ahí licuado puede ir lo mejor de lo mejor o camuflarse un verdadero fiasco. Para mí no hay nada más decepcionante que una sopa de tomate que en vez de roja es rosada de lo llena de crema de leche. Mejor me ahorro la pena y pido algo más.

Como no uso sustancia de origen animal, añado proteína a mi sopa con un par de cucharadas de quinua o semillas de cáñamo, cuando quiero una comida más liviana.

Por último quiero contarles que hasta mi esposo, que es lo más tradicional del mundo para comer, adora esta sopa. Y él es un estándar muy alto (o muy básico, pero difícil) para satisfacer.

 

 

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